lunes

A los treinta días del mes de agosto del año dos mil nueve

No querido Señor, Agosto no me ha llevado pero si mis queridos monstruos. Por eso mi desaparición por que me he estado escondiendo de ellos en pasillos que sólo tiene puertas entreabiertas.
El peor de Ellos es uno que suele vestir de marrón, con un moño de lo mas gracioso, con flores celestes y negras, que me corre y se ríe. Me alcanza, me dice que su trabajo es pararse ahí justo en el límite que separa lo bueno de lo malo, mirar sacar conclusiones y hablar, hablar y hablar. Me dice que su nombre es Culpa y que no va a parar de señalar mis oscuros comportamientos, le digo que se equivoca que nada es oscuro cuando esos comportamientos son por perseguir lo que uno ama. En ese mismo segundo todo se vuelve claro. Todo resplandece.
Él, mi Amor Verdadero, es quién me guía y los segundos que compartimos mi claridad, en ese mundo suspendido es donde obtengo la recompensa por la oscuridad que me acosa el resto del tiempo.
Es cuando estoy sin él cerca que camino sin zapatos sobre cáscaras de nueces, voy, en esos momentos, perdiendo el sentido de lo que la gente denomina coherencia , el sentido de cada detalle me es ajeno y , hasta ahora, nadie real ha podido notificarme de esta nueva forma de desorganización, tan solo ellos que me persiguen, me he sorprendido Mi Señor, guardando la sal en la heladera.



Julianna.-

Pd.: Creíamos que podíamos y lo hicimos, desparramados en el piso era éste el que no paraba de temblar al ritmo de nuestros cuerpos que riendo, se preguntaban que hacían ahí, mientras nuestras miradas confirmaban que ése era el mejor lugar donde se podía estar.

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